Cuesta soltar. Duele soltar. Puede que sientas que se te parta el corazón, que algo en tu interior estalla alcanzando a dañar partes de ti que percibías lejanas al foco de la explosión.
Nadie dijo en ningún momento que iba a ser fácil. Te recuerdo que tú mismx sabías que iba a ser algo doloroso... y por eso intentaste evitarlo, por eso todas las veces decidías continuar, porque aunque (te) estabas haciendo daño, al menos con lo conocido (más o menos) sabías lidiar.
Muchos recuerdos te harán llorar, te harán querer volver, te harán recriminarte el no haberlo visto claro antes. te harán poner en tela de juicio tu decisión, tambalearán tu concepto de perdón y harán temblar tu mente. Pero hay que aceptar que el dolor no es sino una mera consecuencia de tus actos. No puedes jugar con fuego y pretender que las quemaduras no te duelan, porque duelen sí, vaya si lo hacen.
Amaste y perdiste. Y perder nunca es gratificante. Todo lo que esperaste y en lo que confiaste y no ocurrió, eso también es doloroso. Pero quédate con la copla que tu deber fue esperar y tú lo hiciste... pero quizá el quiz estuviera en que mientras esperabas no debías involucrar tu corazón con el de esa persona.
Magnificaste algo y te lo creíste, no es que estuvieras convencidx que era él, si no más bien querías ó mejor dicho, necesitabas creer que era así. Que habías encontrado a tu costilla, que ya no tendrías que preocuparte nunca más por no quedarte solx, que el miedo a fracasar por no encontrar a nadie se había esfumado, que tenías a alguien con quien compartir tu vida.
Maquillaste todos tus planes para que parecieran de Dios, y cuántas más señales había de que las cosas no iban bien, más insistías e insistías. Porque no puedes decir que algo es de Dios sin contar con Él y salir impune. Todo tiene sus consecuencias y es triste, pero a veces aprendemos a las peores cuando evitamos aprender a las malas.
Tu vida no va a volver a ser la misma. Pero que esto duela tiene un propósito: sin heridas no habría cicatrices, y sin cicatrices quizá olvidarías lo que ocurrió y volvieses a actuar igual.
Dios sabe todo y El está al control de todo. Encomiéndale tu corazón, confía en Él y Él hará.