sábado, 15 de diciembre de 2018

Sorry seems to be the hardest word.

Cada vez que alguien te clava una flecha, duele. Pero no hago un drama de esto: es ley de vida. Lo importante es lo que hago yo con el dolor, porque al fin y al cabo, en la mayoría de las veces el disparo ajeno es algo que no está bajo mi control. Esa flecha puede estar preparada, puede ser espontánea, puede ser involuntaria, e incluso puede ser accidentada. Pero en todos los casos, te lastima. Pero las heridas cicatrizan si las cuidas bien, dolerán el primer día, la primera semana, el primer mes o incluso el primer año. Puede ser que duela por un mal movimiento, por un roce, por recordar la situación en que se produjo, por miedo.... Pero el punto y final viene cuando perdonas a quien te hizo daño. El perdón es lo que te cura el dolor. Puede que la herida siga ahí o que deje marca, pero ya no dolerá.
Sólo estoy aprendiendo como actuar cuando no puedo cortar el vínculo con quien me clava flechas...

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