lunes, 23 de enero de 2023

Lost in a tango.

E R R A N T E.

Y saber que hay que soltar y saltar. Aunque me duela cerrar la puerta y que tú estés al otro lado.

Tantas puertas he cerrado y me han dolido todas y cada una de ellas. Amigos, amores, familia. La mayoría de ellas las cerré porque no me quedaba otra opción. Y en contra de mi voluntad. Y ese proceso me ha costado muchísimo: he sentido romperse parte de mi mientras cerraba cada puerta.

Pero era necesario, como ahora.

Estoy tan acostumbrada a luchar a pesar de todo, que me cuesta soltar. Debería plantarme en el que ciertas cosas si no suceden de forma sencilla, es que no deben ser. Y que quizá es necesario soltarlas para que puedan existir en el futuro, de esa forma o de otra, o incluso de ninguna. Que donde ahora hay cicatrices, nacerán flores. Que en las ruinas nace vegetación. Que de la muerte sale la vida.

Dejar ir para poder avanzar. Dejarte ir. Saberte detrás y conjugarte en pretérito perfecto. Pasaste. Y algo puedo aprender de ello, de ti. Seguro.

Y mirar hacia el futuro desde mi presente. Lo ideal en este punto de mi vida sería esto. Pero me da y doy miedo. Todo lo que hay delante: el camino y mi imagen en el espejo. La incertidumbre compuesta por demasiados interrogantes. Y un sentimiento de pérdida, de peso en el estómago, de confusión, de querer soñar y no saber cómo. Que mis opciones se acotan conforme el tiempo pasa. Y no me gusta. Que tengo tanto miedo a lo desconocido que quiero esconderme, hacerme pequeñita y desaparecer sin dejar rastro.

Que cada vez más me cuesta maquillarme con una sonrisa y salir a la realidad. Que puedo fingir acción, pero mis ojos no pueden fingir una chispa de ilusión. Porque no la hay. El mundo se me cae por enésima vez en mi vida hoy. No puedo ganar sin ganas y perder es mi estado habitual. 

Por suerte hoy también tiene 24 horas que acabarán dentro de 11 horas y 24 minutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario