Hoy te he sacado del baúl de mis recuerdos. Aunque ambos sabemos que hoy no es el primer día. Que yo te enterré bajo diez años de tiempo y siete años de invisibilidad. Y que tú hace unas semanas viniste y sin quererlo, me sacudiste tan fuerte que yo me dí cuenta que no te enterré, si no que únicamente te escondí, te tapé. Como cuando barres y escondes la suciedad debajo de la alfombra y te quieres creer que todo está impoluto. Pero hoy no te he sacado para enfrentar y encarar mis sentimientos -buenos y malos- hacia ti. Hoy te saqué para volverme un poquito como tú, y está fatal decirlo, pero mi yo cabrona eres tú. Lleva tu cara y tu nombre, yo me limito a imitar tus movimientos. Porque no sé abordar muy bien ciertas situaciones, esas que en cierta manera se parecen a las que vivimos tú y yo juntos, aunque ahora sean entre otra persona y yo. Y esa persona tiene el rol que yo tenía cuando el tándem era contigo, por lo que en cierto modo, me está interesando ser tú. No porque tenga maldad, si no porque por mi experiencia contigo, tengo un manual de como actuar... y eso me da seguridad. Lo único que prometo es que suavizaré lo máximo posible el tema y que yo, sí yo, en este caso aprenderé de tus errores, aunque el transfondo sea el mismo: repetir la historia. Y aunque ya no va contigo, tú sigues estando... porque fue una de las cosas que me dejaste. Y te maldije tanto... para al final acabar siendo tú, pero bajo mi responsabilidad. Hoy soy tú, disfrazada de mi.
domingo, 28 de octubre de 2018
sábado, 6 de octubre de 2018
Never give up.
Hoy me he cortado el pelo, porque hoy he decidido apostar por mi. Hoy me he cortado el pelo porque he sido valiente, he optado por ser asertiva y no me he cortado un pelo en decir lo que sentía. Hoy me he cortado el pelo, más de lo que pensaba, porque he querido que el cambio sea notable. Hoy me he cortado el pelo, sabiendo que vuelve a crecer, pero el pelo que crece no es el mismo que el que corté. En el suelo se quedaron los mechones desgastados, frágiles y sin vida. Y el pelo que crezca será nuevo, fuerte y con ganas de vivir. Con cada tijeretazo he dejado atrás mis miedos, mis prejuicios y mis inseguridades. He comprendido que con el pelo corto sigo siendo igual de íntegra y valiosa. Que los mechones estropeados únicamente se enredaban, provocándome dolor al intentar deshacer los nudos. Que ha sido una decisión inteligente cortarme el pelo. Aunque me lo deje largo otra vez, estará brillante y fuerte gracias a habérmelo cortado. Porque tenía el pelo largo, pero no sano. Primero lo sanaré y luego ya crecerá como a mi me gusta. Y para sanar siempre hay que realizar una acción, un cambio.
Hoy me he cortado el pelo para sanarlo. Y hoy he sabido decir "no", para poder sanarme. Porque sólo así, podré volver a crecer y volver a estar en mis plenas capacidades, a ser yo, sin estar rota por dentro. Podré llegar lejos, pero sólo estando sana. Como mi pelo: sana, fuerte y brillante. Hoy he sido valiente porque me he cortado el pelo, y he cortado con los miedos que me ataban.
Hoy me he cortado el pelo para sanarlo. Y hoy he sabido decir "no", para poder sanarme. Porque sólo así, podré volver a crecer y volver a estar en mis plenas capacidades, a ser yo, sin estar rota por dentro. Podré llegar lejos, pero sólo estando sana. Como mi pelo: sana, fuerte y brillante. Hoy he sido valiente porque me he cortado el pelo, y he cortado con los miedos que me ataban.
No vine aquí para hacer amigos.
Aprenderás, por las buenas o por las malas, a no esperar nada ni a nadie. De este modo, cada vez que recibas lo más mínimo de la vida, lo disfrutarás con todos tus sentidos, porque poco es más que nada. Que realmente da igual que pienses en si algo te lo mereces o no, porque el hecho es que lo que tenga que ser, será. Te lo merezcas o no. Sea bueno ó malo. Y tiene cierta gracia que todo sea como una rueda, que hoy estoy en un punto que ya alcancé muchos años atrás. Pero aún con más firmeza. Apostemos al color negro de la baraja, a los tréboles y picas. Si un día aparecen corazones y diamantes, los disfrutaremos mientras estén en nuestras manos, sea un segundo, un minuto ó un suspiro. Y no los pidamos, no los demandemos ni los esperemos. Hoy me prohíbo soñar con ellos. Hoy me prohíbo escuchar la voz del "y si...". He renunciado a escuchar a los susurros de mis ilusiones. Porque son tóxicas. Porque ponen caras, ponen nombres, ponen figuras, ponen conceptos a varios aspectos de mi felicidad. Y cuando las empiezo a escuchar, comienzan a gritar. Y yo me las empiezo a creer, lo que conlleva que cuando no se cumplen, se rompan. Se hacen añicos y arañan mi alma, despacio, lentamente, intensamente. Y ahí está el quiz, el verdadero punto, la delgada línea entre la felicidad y la desdicha, por exagerado que suene. El aceptar una cosa buena que llega a mi, disfrutarla, vivirla y agradecerla, como algo puntual. Que poco es más que nada, y que me puedo dar con un canto en los dientes. Pero nunca, nunca hacerlo un precedente, ó establecerlo como el principio de una hordada de cosas buenas, que a mi parecer, ya toca que me sucedan. Porque eso sólo conlleva desilusiones y dolor, en ocasiones tan fuerte que crees que hay algo de ti que muere. Pero únicamente son las ilusiones muriendo, que duelen como cuando te enganchas una costra. Y yo he decidido no darles ese poder. Quiero ser libre, y generalmente, las ilusiones son ataduras.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)