sábado, 15 de diciembre de 2018

Sorry seems to be the hardest word.

Cada vez que alguien te clava una flecha, duele. Pero no hago un drama de esto: es ley de vida. Lo importante es lo que hago yo con el dolor, porque al fin y al cabo, en la mayoría de las veces el disparo ajeno es algo que no está bajo mi control. Esa flecha puede estar preparada, puede ser espontánea, puede ser involuntaria, e incluso puede ser accidentada. Pero en todos los casos, te lastima. Pero las heridas cicatrizan si las cuidas bien, dolerán el primer día, la primera semana, el primer mes o incluso el primer año. Puede ser que duela por un mal movimiento, por un roce, por recordar la situación en que se produjo, por miedo.... Pero el punto y final viene cuando perdonas a quien te hizo daño. El perdón es lo que te cura el dolor. Puede que la herida siga ahí o que deje marca, pero ya no dolerá.
Sólo estoy aprendiendo como actuar cuando no puedo cortar el vínculo con quien me clava flechas...

miércoles, 5 de diciembre de 2018

When your heart stops beating.

Y yo te pido perdón. Porque yo también tengo un rol en esta pantomima. Y me juré y perjuré, por cuestión de principios, que no haría contigo lo que hicieron conmigo. Y exactamente lo mismo no, pero sí similar. Porque el ADN es único para cada individuo, y por lo tanto es prácticamente imposible que yo adquiera el mismo modus operandi que otra persona, 100% exacto y calcado. Pero ahora, con 10 años de experiencia, he identificado los motivos que había detrás de esa conducta y he llegado realmente a perdonar. Pero el hecho que detrás de un comportamiento malo no hayan malas intenciones, no quiere decir que no haga daño. Y a ciencia cierta lo sé, duele. Duele como si algo que no sabías ni que tenías se estuviese rompiendo. Yo procuré encarar esta inevitable situación como para aprender de los errores que cometieron conmigo... No quería que sufrieras como lo hice yo. Y no sabía que hacer para que esto no ocurriese, pero sí lo que no debía hacer. Y aún así lo hice. Sutilmente. Porque a veces el plan se tiene que ir trazando sobre la marcha, conforme se van viendo los resultados. Pero esto ha explotado, y aunque no fuí yo quien hinchó el globo, quizá sí que fui yo quien te lo dió y te lo sujetó mientras tú lo hacías. En ocasiones lo único que hice es vendarme los ojos con lo que yo me quería creer: que ya me habías olvidado y superado. Pero si hubiera estado más atenta podría haber visto que, aunque no tuviese sentido, no lo habías hecho. Que da igual que tenga o no sentido, eso no cambia el hecho de que tú estés aún en ese punto. Y si bien es verdad que a mi me lo hicieron de una forma más cantosa, yo también te he dado amor de contenedor, del que siempre calienta el alma cuando acuden las penas. Del que cura los inviernos, lame las heridas, y del que para no verme tan sola, te deja colarte en mi vida, aún costándote la tuya. Y por eso lo siento, una vez más. 

domingo, 28 de octubre de 2018

Poison.

Hoy te he sacado del baúl de mis recuerdos. Aunque ambos sabemos que hoy no es el primer día. Que yo te enterré bajo diez años de tiempo y siete años de invisibilidad. Y que tú hace unas semanas viniste y sin quererlo, me sacudiste tan fuerte que yo me dí cuenta que no te enterré, si no que únicamente te escondí, te tapé. Como cuando barres y escondes la suciedad debajo de la alfombra y te quieres creer que todo está impoluto. Pero hoy no te he sacado para enfrentar y encarar mis sentimientos -buenos y malos- hacia ti. Hoy te saqué para volverme un poquito como tú, y está fatal decirlo, pero mi yo cabrona eres tú. Lleva tu cara y tu nombre, yo me limito a imitar tus movimientos. Porque no sé abordar muy bien ciertas situaciones, esas que en cierta manera se parecen a las que vivimos tú y yo juntos, aunque ahora sean entre otra persona y yo. Y esa persona tiene el rol que yo tenía cuando el tándem era contigo, por lo que en cierto modo, me está interesando ser tú. No porque tenga maldad, si no porque por mi experiencia contigo, tengo un manual de como actuar... y eso me da seguridad. Lo único que prometo es que suavizaré lo máximo posible el tema y que yo, sí yo, en este caso aprenderé de tus errores, aunque el transfondo sea el mismo: repetir la historia. Y aunque ya no va contigo, tú sigues estando... porque fue una de las cosas que me dejaste. Y te maldije tanto... para al final acabar siendo tú, pero bajo mi responsabilidad. Hoy soy tú, disfrazada de mi.

sábado, 6 de octubre de 2018

Never give up.

Hoy me he cortado el pelo, porque hoy he decidido apostar por mi. Hoy me he cortado el pelo porque he sido valiente, he optado por ser asertiva y no me he cortado un pelo en decir lo que sentía. Hoy me he cortado el pelo, más de lo que pensaba, porque he querido que el cambio sea notable. Hoy me he cortado el pelo, sabiendo que vuelve a crecer, pero el pelo que crece no es el mismo que el que corté. En el suelo se quedaron los mechones desgastados, frágiles y sin vida. Y el pelo que crezca será nuevo, fuerte y con ganas de vivir. Con cada tijeretazo he dejado atrás mis miedos, mis prejuicios y mis inseguridades. He comprendido que con el pelo corto sigo siendo igual de íntegra y valiosa. Que los mechones estropeados únicamente se enredaban, provocándome dolor al intentar deshacer los nudos. Que ha sido una decisión inteligente cortarme el pelo. Aunque me lo deje largo otra vez, estará brillante y fuerte gracias a habérmelo cortado. Porque tenía el pelo largo, pero no sano. Primero lo sanaré y luego ya crecerá como a mi me gusta. Y para sanar siempre hay que realizar una acción, un cambio.
Hoy me he cortado el pelo para sanarlo. Y hoy he sabido decir "no", para poder sanarme. Porque sólo así, podré volver a crecer y volver a estar en mis plenas capacidades, a ser yo, sin estar rota por dentro. Podré llegar lejos, pero sólo estando sana. Como mi pelo: sana, fuerte y brillante. Hoy he sido valiente porque me he cortado el pelo, y he cortado con los miedos que me ataban.

No vine aquí para hacer amigos.

Aprenderás, por las buenas o por las malas, a no esperar nada ni a nadie. De este modo, cada vez que recibas lo más mínimo de la vida, lo disfrutarás con todos tus sentidos, porque poco es más que nada. Que realmente da igual que pienses en si algo te lo mereces o no, porque el hecho es que lo que tenga que ser, será. Te lo merezcas o no. Sea bueno ó malo. Y tiene cierta gracia que todo sea como una rueda, que hoy estoy en un punto que ya alcancé muchos años atrás. Pero aún con más firmeza. Apostemos al color negro de la baraja, a los tréboles y picas. Si un día aparecen corazones y diamantes, los disfrutaremos mientras estén en nuestras manos, sea un segundo, un minuto ó un suspiro. Y no los pidamos, no los demandemos ni los esperemos. Hoy me prohíbo soñar con ellos. Hoy me prohíbo escuchar la voz del "y si...". He renunciado a escuchar a los susurros de mis ilusiones. Porque son tóxicas. Porque ponen caras, ponen nombres, ponen figuras, ponen conceptos a varios aspectos de mi felicidad. Y cuando las empiezo a escuchar, comienzan a gritar. Y yo me las empiezo a creer, lo que conlleva que cuando no se cumplen, se rompan. Se hacen añicos y arañan mi alma, despacio, lentamente, intensamente. Y ahí está el quiz, el verdadero punto, la delgada línea entre la felicidad y la desdicha, por exagerado que suene. El aceptar una cosa buena que llega a mi, disfrutarla, vivirla y agradecerla, como algo puntual. Que poco es más que nada, y que me puedo dar con un canto en los dientes. Pero nunca, nunca hacerlo un precedente, ó establecerlo como el principio de una hordada de cosas buenas, que a mi parecer, ya toca que me sucedan. Porque eso sólo conlleva desilusiones y dolor, en ocasiones tan fuerte que crees que hay algo de ti que muere. Pero únicamente son las ilusiones muriendo, que duelen como cuando te enganchas una costra. Y yo he decidido no darles ese poder. Quiero ser libre, y generalmente, las ilusiones son ataduras.